miércoles, 6 de noviembre de 2013

La leyenda de la Yerba Mate

La leyenda de la Yerba Mate

El reglamento es el reglamento- teatro

Personajes:
Señora
Cajera
Supervisor
Gerente

Escena uno

La escena transcurre en un supermercado. La señora está
en la caja, pagándole a la cajera.

Cajera: Su vuelto, señora.
Señora: Gracias. Buenos tardes.
Cajera: Un momento. Todavía no se puede ir. ¿No vio ese cartel?
(Lo señala y lo lee.) "Señores clientes es obligación mostrar
la cartera a las amables y gentiles cajeras".
Señora: Discúlpeme, pero yo no se la puedo mostrar.
Cajera: ¿Qué dice? Imposible. Me la tiene que mostrar antes
de salir.
Señora: Por favor, no insista, señora cajera. No le puedo
mostrar la cartera.
Cajera: Mire, lo lamento, pero es el reglamento. ¿Me está
escuchando lo que le digo?
Señora: Sí, la escucho. Pero lo siento mucho. No-le-pue-do mos-
trar-la-car-te-ra" (Pronuncia las últimas palabras cono
mucha fuerza.)
Cajera: Pero, ¿qué es esto? ¿Cómo que "no-le-pue-do-mostrar-
la-car-te-ra"? (Imita la forma en que lo dijo la señora.)
Señora: (Grita) ¡No me haga burla!
Cajera: ¡Y usted, mejor no me aturda!
Señora: ¡Y usted, no diga cosas absurdas!
Cajera: Creo que usted exagera. Solamente
le pedí que mostrara la cartera.
Señora: Por favor, no me haga perder
el tiempo. Estoy apurada. Tengo
invitados para la cena.
Cajera: ¿Ah, sí? ¡Qué pena! Si está apurada, no sé qué espera.
¡Muéstreme la cartera!
Señora: ¡Déjese de pavadas! ¡No se la muestro nada!
Cajera: ¡No me hable de ese modo! ¡Y mejor me muestra
todo!
Señora: ¿Pero qué tiene usted en la sesera? No se la puedo
mostrar y no es porque no quiera. Lo que pasa, mi querida,
es que no tengo cartera.
Cajera: ¿Cómo? ¿Está segura?
Señora: (Toma una planta de lechuga.) Como que esto es verdura.
Cajera: ¡Pero qué locura! No puede ser. No sé qué hacer. No
sé qué pensar. No sé cómo actuar. A ver, empecemos otra
vez. Yo le pido a usted que me muestre la cartera y...
Señora: Y yo le digo que no se la puedo mostrar aunque
quiera, simplemente porque no tengo cartera.
Cajera: ¿Y ahora qué hago?
Señora: Haga lo que quiera.
Cajera: Muy bien, quiero ver su cartera.
Señora: ¡Pero no tengo!
Cajera: No comprendo... No entiendo... Soy la cajera y estoy
obligada a revisar las carteras. Usted no tiene cartera, así
que no puedo cumplir con mi obligación. ¡Qué situación!
¡Qué complicación! Esta situación imprevista me saca de las
casillas. ¡Necesito mis pastillas!
Señora: ¿Quiere una de menta?
Cajera: No, no me gusta la menta.
Señora: Lo lamento.
Cajera: ¿Qué lamenta?
Señora: Que no le guste la menta.
Cajera: (Toma un teléfono) ¡Por favor, por favor, que venga
el supervisor!

Escena dos

Entra el supervisor.

Supervisor: ¿Qué sucede? ¿Qué ocurre? ¿Qué pasa?
Señora: Me quiero ir a mi casa. Compré, pagué y me quiero
ir. Pero la cajera insiste en que muestre la cartera. Y yo...
Supervisor: Es correcto. Si no la muestra, no se puede ir. (Saca
del bolsillo un papel enrollado y lo desenrolla.) Así dice el
reglamento de este establecimiento.
Cajera: ¿Vio, señora, que no miento?
Señora: Sí, pero no tengo nada que mostrar.
Supervisor: ¿Por qué? ¿Tiene algo que ocultar? ¿Lleva algo
sin pagar?
Señora: No, señor supervisor, usted está en un error. ¡No soy
una delincuente! ¡Soy una mujer decente!
Supervisor: Entonces, ¿qué espera? ¡Muéstrenos la cartera!
Señora: Señor, si no se la muestro, no es por mala voluntad.
Supervisor: ¿Y por qué es?
Señora: ¡Terminemos con esta sonsera, trate de entender
que yo no tengo cartera!
Supervisor: Entiendo. Es una situación complicada, pero no
puedo hacer nada. (Mira el papel.) Tenemos que cumplir con
el reglamento. Y el reglamento dice...
Cajera: Que es obligación de los clientes mostrar la cartera...
Señora: ¡A las amables y gentiles cajeras! ¡Pero yo no traje
cartera!
Supervisor: Señora, lo hubiera pensado antes. No se puede salir
a hacer compras de cualquier manera. El reglamento es el
reglamento. Y hay que cumplirlo. Si no, ¿dónde vamos a ir a
parar?
Señora: ¡Yo quiero ir a parar a mi casa! ¡Esto es una locura!
Supervisor: Usted es una cabeza dura. Si hubiera traído alguna
cartera... no tendríamos este problema.
Señora: Señor, no traje cartera y no me voy a quedar aquí toda
la vida. Así que pensemos en alguna solución.
Supervisor: A mí no se me ocurre. Las situaciones imprevistas
me paralizan el cerebro.
Cajera: Y a mí me atacan los nervios. Señora, usted me está
impidiendo cumplir con mi obligación de revisar las carteras,
y eso me confunde, me irrita y me desespera. Se me nubla la
mente...
Supervisor: Tengo una idea... ¡Llamemos al gerente!
Cajera: (Toma el teléfono) Por favor, es muy urgente. ¡Necesitamos
al gerente!

Escena tres
Entra el gerente.
Gerente: ¿Qué sucede?
Supervisor: Tenemos un problema.
Cajera: Una situación imprevista. La señora quiere irse sin
mostrar la cartera.
Gerente: Eso es imposible.
Cajera: Es incomprensible.
Supervisor: Es increíble.
Gerente: Además, es contrario al reglamento.
Cajera: Y el reglamento...
Supervisor: ...es el reglamento.
Gerente: Señora, usted tiene la obligación de mostrar la
cartera.
Señora: Lo siento, no traje cartera.
Gerente: Si no la trajo, es porque no quería mostrarla. Y si no
quería mostrarla, seguramente quería ocultar algo.
Señora: Pero señor...
Gerente: Déjeme terminar. Si quería ocultar algo, tal vez se
lleve algo sin pagar.
Señora: Pero señor... si no la traje, ¿cómo voy a ocultar algo?
Gerente: Ya le dije. ¡No la trajo porque no la quería mostrar!
¡Y el reglamento dice que tiene que mostrar la cartera!
Señora: ¿Pero qué cartera?
Gerente: ¿Qué sé yo? ¡Cualquiera!
Señora: ¿Cualquiera, cualquiera, cualquiera?
Gerente: Sí, cualquiera. ¡Pero muestre la cartera!
Señora: Muy bien. Gentil y amable cajera, ¿tendría la bondad
de prestarme su cartera? Por un minutito, nada más.
Cajera: Está bien. Tome. (Le da su cartera.)
Señora: ¿Quiere revisarla, por favor?
Cajera: ¡Como no! (La abre y la mira por todos lados.) Está
bien.
Señora: Entonces, me voy. Le devuelvo su cartera.
Cajera: Gracias por su compra. Vuelva pronto. Da gusto atender
a clientes como usted.
Señora: (Tratando de disimular su fastidio.) Sí, sí, cómo no.
Supervisor: Ah, nos podemos quedar tranquilos.
Gerente: Tranquilos y contentos. ¡Hemos cumplido con el
reglamento!
Telón                                 Adela Basch

Colección: “Las Abuelas nos cuentan”
Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología
Unidad de Programas Especiales
Campaña Nacional de Lectura

domingo, 20 de octubre de 2013

Vivir en la calle Conesa - Teatro

Vivir en la calle Conesa – Adela Basch

PERSONAJES: Empleado y Cliente 

(LA ESCENA TRANSCURRE EN EL INTERIOR DE UNA OFICINA. HAY UN EMPLEADO SENTADO ATRÁS DE UN ESCRITORIO Y EN LAS PAREDES SE VEN FOTOGRAFÍAS DE EDIFICIOS DE DEPARTAMENTOS Y CASAS. ENTRA UN CLIENTE).

EMPLEADO: Buenos días, señor.
CLIENTE: Buenos días. Quisiera comprar una casa.
EMPLEADO: Muy bien. (TOMA UNA CARPETA.) ¿Qué clase de casa? ¿Le interesa una casa de dos plantas?
CLIENTE: ¿Una casa de dos plantas? No sé, a mí me gustan mucho las plantas, me encanta el verde, así que pensaba tener unas cuantas. Seguro más de dos.
EMPLEADO: No, señor, yo me refería a una casa con una planta baja y una planta alta.
CLIENTE: ¿Una casa con sólo dos plantas, una baja y otra alta? No, no, no, yo quiero tener plantas de muchas clases, grandes, chicas, altas, medianas, y si es posible que algunas tengan flores.
EMPLEADO: Señor, yo le estaba ofreciendo una casa con una planta baja y un piso.
CLIENTE: ¿Cómo? Hace un momento me dijo que era una casa de dos plantas, y ahora me dice que tiene una planta baja y un piso. Que tenga un piso está bien, porque con uno para pisar me alcanza. Pero no quiero una casa con una sola planta y encima, baja. Ya le dije que me gustan mucho las plantas.
EMPLEADO: (UN POCO NERVIOSO.) Está bien, está bien, usted puede tener todas las plantas que quiera. (HOJEA LA CARPETA.) Le voy a buscar una casa muy amplia, con mucho espacio para plantas.
CLIENTE: Además, me gustaría una casa en un lugar tranquilo.
EMPLEADO: Muy bien, voy a buscar una casa que no tenga nada de ruido.
CLIENTE: Por supuesto, ¡cómo voy a querer ir a un lugar derruido!
EMPLEADO: Señor, dije una casa que no tenga nada de ruido.
CLIENTE: Pero claro, ¿usted cree que voy a ir a vivir a una pocilga, a un lugar derruido?
EMPLEADO: No, no, de ninguna manera. Le voy a ofrecer una casa tranquila, en una calle sin nada de… en una calle sin ruido y que no tenga nada derruido, que esté en perfectas condiciones.
CLIENTE: Eso es. Y que esté bien ubicada. Para mí es muy importante que la ubicación sea buena.
EMPLEADO: ¿Le gustaría vivir en la calle Conesa?
CLIENTE: ¿En la calle con ésa?
EMPLEADO: Sí, Conesa.
CLIENTE: ¿Con ésa?
EMPLEADO: Sí, dije Conesa.
CLIENTE: Pero, ¿se puede saber con quién? (MIRA HACIA TODOS LADOS COMO BUSCANDO A ALGUIEN.) ¿Quién es ésa? ¿De qué me está hablando?
EMPLEADO: Señor, le estoy hablando de vivir en la calle Conesa.
CLIENTE: (GRITANDO.) ¡Mire, yo no quiero vivir en la calle! ¡Justamente por eso vengo a comprar una casa! ¡Y tampoco quiero vivir con ésa, que ni sé quién es!
EMPLEADO: Bueno, bueno, cálmese, por favor. Si no quiere vivir en la calle Conesa le puedo ofrecer otra cosa.
CLIENTE: Sí, sí, mejor ofrézcame otra cosa.
EMPLEADO: (HOJEANDO LA CARPETA.) Bueno, acá tengo algo interesante.
CLIENTE: ¿En qué calle queda?
EMPLEADO: Callao.
CLIENTE: ¿Qué dice?
EMPLEADO: Callao.
CLIENTE: ¿Qué?
EMPLEADO: ¡Callao, señor! ¡Callao!
CLIENTE: ¡De ninguna manera, no me callo nada! ¡Esto es el colmo! Vengo a comprar una casa, primero me quiere vender una donde sólo puedo tener dos plantas, después me quiere mandar a vivir a la calle con ésa que ni sé quién es y ahora me dice que me calle. Mire, señor, mejor me voy de acá. (GRITANDO.) ¡Y si usted cree que me puede interesar vivir en la calle con ésa, le aconsejo que se haga revisar la cabeza!

Para el lado de los tomates. Teatro

(La escena transcurre en una verdulería, donde hay toda clase de frutas y verduras expuestas. Hay muchas personas haciendo fila, esperando ser atendidas)

VERDULERO:¿Quién sigue? (Nadie responde) Vamos, vamos, don Pepe, que hay mucha gente, ¡usted sigue!

DON PEPE: (Sale de la fila) ¿A quién, a quién tengo que seguir?

VERDULERO: A nadie. Usted sigue en la fila.

DON PEPE: Ah, bueno, entonces vuelvo a la fila. VERDULERO: Pero no, hombre, le toca a usted. ¿Qué va a llevar?

DON PEPE: Hummm... acelga. Tengo ganas de hacer una pascualina, ¿sabe que lo operaron a don Pascual?

DOÑA ROSA: Vamos, hombre, apúrese; todos tenemos que comprar.

DON PEPE: Ya va, ya va. (Al VERDULERO). No, acelga no. Mejor llevo escarola. No, escarola no. Ah, ¿le conté que se casó mi prima Carola? Usted no se imagina lo...

VERDULERO: (Lo interrumpe secamente) ¿Qué va a llevar?

DON PEPE: Déme una coliflor para hacer con salsa blanca. Ah, no le dije que la vi a su cuñada Blanquita justo cuando salía de...

DON JOSÉ: ¿Y? ¿Para hoy o para mañana?

VERDULERO: (Le da una coliflor) Tome (Para sí) Y así se las toma.

DON PEPE: ¡Ay, no, está horrible! Mejor déme un kilo de berenjenas. De esas grandes, para picar.

DOÑA ROSA: Y así se las pica de una vez.

DON PEPE: ¿Qué pasa hoy que están todos apurados? Así no se puede elegir.

VERDULERO: (Le alcanza las berenjenas) ¿Quiere algo más?

DON PEPE: ¡Estas berenjenas son muy chicas! Mejor no las llevo.

VERDULERO: (Esforzándose para ser paciente) Bueno, ¿va a llevar algo, don?

DON PEPE: ¿Algodón? No, algodón sí que no. Lo único que faltaba... (Se va protestando) Al final, te quieren encajar cualquier cosa.

“Para el lado de los tomates” se titula esta pieza en un acto de Adela Basch, incluida, junto a otras siete obras de teatro breve, en el libro BOROMBOMBÓN, LEVANTEMOS EL TELÓN . En todas las historias los chicos van a poder descubrir que las palabras y el lenguaje suelen tener más de un sentido.

sábado, 13 de julio de 2013

"A las brujas les encantan las letras" TEATRO

Personajes:
Narrador
Brujas 1, 2, 3 y 4
Simón, un duende
Letras*

*Nota: Pueden ser actores o títeres.

(Transcurre durante una noche de luna llena y misteriosa, en algún rincón del campo. Ahí, las brujas están sentadas en torno a una gran olla y rodeadas de frascos.)

NARRADOR: (Siempre al público) Como bien se sabe, en sus hechizos las brujas usan letras….
BRUJA 1: (Hace unos pases) Apabrapacapadapabrapa papatapadepe capabrapa quepe tuspu opojospose pe cieperrenpe ypy tupu bopocapa sepe apabrapa.
BRUJA 2: (La imita) Abracuticacutidacutibracuti pacutitacuti decuti cacutibracuti elcuti pecutirrocuti macutiúcutillacuti ycuti elcuti gacutitocuti lacutidracuti.
BRUJA 3: Anonobranonocanonodanonobranono panootanono denono canonobranono lasnono cononosasnono másnono linnonodasnono sonnono lasnono másnono manonocanonobrasnono.
NARRADOR: Y como las vocales y consonantes se niegan a estar por propia voluntad en sus bocas…
BRUJA 4: ¡Debemos prepararlas en conservar para comérnoslas en invierno!
BRUJAS: (Bailan mientras canturrean)
¡Nos encanta comer letras!
¡El alfabeto enterito!
¡Nos fascina comer letras!
¡Desde la a hasta la zeta!
NARRADOR: Así es que, cierta noche de verano, hasta que el gallo da su tercer cacareo, se van al campo a envasar letras que cazan por montones…
LETRAS: (Al verlas, comienzan a huir seguidas por las brujas)
BRUJA 1: (Sin dejar de seguir y atrapar a las LETRAS) Yo las cazo en libros…
BRUJA 2: Yo, me las robo de las cartas de amor.
BRUJA 3: Y yo, de los poemas.
NARRADOR: Entonces, las meten en frascos y les echan un almíbar repugnante para nosotros…
BRUJA: (Prueba lo que prepara en la olla) Pero que para nuestro oscuro paladar… ¡Es riquísimo!
NARRADOR: Como el proceso las aburre, toman prisionero algún duende para que les cante o les cuente chistes. Una vez, Simón debió entretenerlas…
SIMÓN: (Al público) Pero me propuse cambiar el cruel destino de las letras, a las que amo muchísimo porque soy poeta.
NARRADOR: En cierto momento, cuando ya se le había pelado la garganta de tanto cantarles y les había dicho cuanto chiste conocía, dijo a las brujas…
SIMÓN: Estimadísimos adefesios, ¿Se animan a las adivinanzas?
NARRADOR: A las tipas les sonó a desafío. Dejaron las letras que estaban metiendo en frascos y prestaron atención al acertijo.
SIMÓN: En medio del mar estoy
y no soy astro ni estrella
ni tampoco cosa bella
¿Adivina lo que soy?
NARRADOR: Las dañinas pensaron y pensaron, hasta que a una de ellas gritó…
BRUJA 1: ¡La A!
SIMÓN: ¡La felicito, es usted espantosamente inteligente!
NARRADOR: (Mientras, sin que las noten, las LETRAS escapan) Las demás se mataban de la risa por la brillantes de la adivinanza, sin darse cuenta que algunas letras aprovechaban para escapar.
SIMÓN: (Al público) Pero aún había un montonazo de letras prisioneras (A las brujas) A ver, admirables esperpentos, si se saben esta:
Por más que en el cielo estoy
y sin mí no hubiera fe,
ándome yo por la tierra
y en el infierno también.
NARRADOR: Una de las brujas acertó…
BRUJA 2: La sé: es la E.
SIMÓN: ¡Qué sombríamente inteligentes es usted! Pido zapateos en honor de la ganadora…
BRUJAS: (Zapatean, en medio de risotadas y aullidos)
NARRADOR: (Mientras, sin que las noten, las LETRAS escapan) De ese modo, las brujas levantaron suficiente polvo para que otras letras huyeran. Antes, abrían los frascos y liberaban a sus pares.
(Se oye al gallo cantar una vez)
SIMÓN: (Al público) ¡Debo apurarme! (A las brujas) Otra más, destacables mamarrachos:
Soy un palito
muy derechito
y sobre la frente
llevo un mosquito.
NARRADOR: Se ve que esa fue fácil, porque las brujas no tardaron en responder a coro...
BRUJAS: !La I!
SIMÓN: ¡Claro que sí! ¡A cerrar los ojos durante quince minutos para celebrar el triunfo de todas!
BRUJAS: (Cierran los ojos mientras cuentan hasta quince)
NARRADOR: (Mientras, sin que las noten, las LETRAS escapan) Y las letritas aprovecharon para escapar, también para ayudar a fugarse a otras.
(Se oye al gallo cantar otra vez)
SIMÓN: (Al público) El gallo cantó por segunda vez y todavía quedaban frascos por abrir…
BRUJA 3: ¡Quince! (Abre los ojos) Dele nomás, Simón, que aún hay tiempo para otras adivinanzas.
SIMÓN: (Algo nervioso)
El burro la lleva a cuestas,
metida está en el baúl;
yo no la tuve jamás,
y siempre la tienes tú.
BRUJA 4: Esa es fácil… La U.
SIMÓN: ¡Usted es lo más genial que existe! Si hasta debe tener dos cerebros.
(Se oye al gallo cantar de nuevo)
NARRADOR: Cuando el gallo cantó por tercera vez, sólo quedaba Simón.
SIMÓN: (Al público) También debo escapar, pero las brujas ya se están dando cuenta del timo. De esta no me salvo, salvo que... (Se le ocurre algo) ¡Ya sé! (A las brujas) Una última y se pueden ir a casa con sus letritas envasadas…
Me encuentro siempre en navío
y nunca estoy en el mar.
La última soy del hielo,
en sol el segundo lugar.
BRUJAS: (Gritan y aúllan espantadas)
NARRADOR: ¡Todas se espantaron! ¡Se horrorizaron! ¡Hasta arcadas les dieron! No porque no conocieran que la respuesta era la O.
SIMÓN: Sino porque en mi adivinanza nombré al sol.
(El sol comienza a iluminar la escena)
BRUJAS: ¡Y a nosotras nos da asco el s… s… sol! (Salen como rayos, muertas de asco)
NARRADOR: Así, el duende Simón salvó su vida y todo el abecedario.
LETRAS: (Celebrando, llevando en andas a Simón)
Simón, boro bombón,
es nuestro héroe,
todo un campeón.
Simón, borombombín,
a vocales y consonantes
rescató de un triste fin.
NARRADOR: En cuanto a las brujas…
BRUJA 1: (Asoma la cabeza muy enojada, igual que sus colegas) Ese invierno no tuvimos letras en conservas para comer.
BRUJA 2: Y nos la pasamos a pura sopa…
BRUJA 3: (Se relame) ¡Hummmm….nuestro plato preferido!
BRUJA: Es que a nosotras nos gusta todo lo que los chicos aborrecen.
LETRAS: Simón, borombombón,
a las brujas les dio
un tremendo trompadón.
Simón, borombombín,
Y así esta historia
llegó a su fin.

Telón.

 
AUTOR FABIAN SEVILLA

miércoles, 3 de julio de 2013

BRUJILERÍAS


ERA UNA BRUJA PIRUJA, MARUJA, DE CABELLO ROJO ENRULADO QUE LOS DÍAS DE HUMEDAD SE VOLVÍAN TRAVIESOS Y LE CAÍAN EN RULOS SOBRE SU FRENTE, SUS OJOS ERAN NEGROS Y SALTONES, SU NARIZ GRANDE, AUNQUE NO TENÍA NI UN LUNAR O VERRUGA Y SU PIEL BLANCA COMO LA LECHE A PESAR QUE SIEMPRE VESTÍA DE NEGRO.
                                                                                                                  
TODAS LAS NOCHES PREPARABA EN SU CALDERO POCIONES CON PATAS DE CIEMPIÉS, OJOS DE CARACOL Y COLA DE BABOSA.

LA GENTE DEL PUEBLO VENÍA A PEDIRLE QUE LES CURE UN CAYO DEL DEDO GORDO DEL PIE O UNA VERRUGA DE LA PANZA O UNA UÑA ENCARNADA Y ELLA SIEMPRE DISPUESTA LES REGALABA SUS POCIONES.

A VECES TODO SALÍA BIEN, PERO OTRAS ¡SE METÍA EN CADA LÍO!

UN DÍA LA VISITÓ DOÑA EDUVIGES, QUE ERA LA CHISMOSA DEL PUEBLO, PARA PEDIRLE QUE CURE A SU LORO QUE SE HABÍA QUEDADO MUDO Y POR MÁS QUE ELLA LE HABLARA, EL LORO NO DECÍA NI UNA PALABRA.

NUESTRA BRUJA PIRUJA, BIRUJA, DECIDIÓ AYUDARLA Y PREPARÓ ESA NOCHE UNA SOPA CON LENGUA DE MOSQUITO Y PATAS DE GUSANO. EL LORO TOMÓ LA SOPA...PERO NO HABLÓ.

DOÑA EDUVIGES MUY FURIOSA VISITÓ NUEVAMENTE A LA BRUJA CHIRUJA, MIRUJA, PARA DECIRLE QUE SU LORO SEGUÍA MUDO. FUE ENTONCES CUANDO LA BRUJA FIRUJA, FRUJA, DECIDIÓ USAR TODO SU PODER Y REALIZÓ UN HECHIZO A LA LUZ DE LA LUNA, LÁSTIMA QUE ESA NOCHE HUBO MUCHAS NUBES, PARA QUE EL LORO DE DOÑA EDUVIGES HABLE.

NO SABEMOS SI FUE ESO O QUE FUE, PERO EL LORITO COMENZÓ A HABLAR, PERO NO PARA PEDIR LA PAPA SINO PARA CONTAR LOS CHISMES QUE DECÍA DOÑA EDUVIGES Y AUNQUE ÉSTA TRATÓ POR TODOS LOS MEDIOS DE CALLARLO, EL LORO HABLABA Y HABLABA SIN PARAR.

ASÍ FUE COMO LA BRUJA PIRUJA, MARUJA, LIRUJA, BIRUJA, CHIRUJA,...DECIDIÓ DEJAR DE HACER HECHIZOS Y DEDICARSE AL CULTIVO DE RABANITOS QUE SIEMPRE LE HABÍAN GUSTADO EN LA ENSALADA.
FIN.
¿Se te ocurre otro lío que pudo haber causado la bruja Piruja Maruja con sus pociones mágicas?


Maese Trotamudos - Javier Villafañe

Maese Trotamudos - Recursos educ.ar

Zamba en la casa de Tucumán - Recursos educ.ar

Zamba en la casa de Tucumán - Recursos educ.ar

LOS SUEÑOS DEL SAPO

Una tarde un sapo dijo:

- Esta noche voy a soñar que soy árbol.

Y dando saltos, llegó a la puerta de su cueva. Era feliz; iba a ser árbol esa noche.

Todavía andaba el sol girando en la vereda del molino. Estuvo largo rato mirando el cielo. Después bajó a la cueva, cerró los ojos y se quedó dormido.

Esa noche el sapo soñó que era árbol.

A la mañana siguiente contó su sueño. Más de cien sapos lo escucharon:

- Anoche fui árbol - dijo -, un álamo. Estaba cerca de unos paraísos. Tenía nidos. Tenía raíces hondas y muchos brazos como alas, pero no podía volar. Era un tronco delgado y alto que subía. Creí que caminaba, pero era el otoño llevándome las hojas. Creí que lloraba, pero era la lluvia. Siempre estaba en el mismo sitio, subiendo, con las raíces sedientas y profundas. No me gustó ser árbol.

El sapo se fue, llegó a la huerta y se quedó descansando debajo de una hoja de acelga.

Esa tarde el sapo dijo:
- Esta noche voy a soñar que soy río.

Al día siguiente contó su sueño. Más de doscientos sapos formaron rueda para oírlo.

- Fui río anoche - dijo-. A ambos lados, lejos tenía las riberas. No podía escucharme. Iba llevando barcos. Los llevaba y los traía. Eran siempre los mismos pañuelos en el puerto. La misma prisa por partir, la misma prisa por llegar. Descubrí que los barcos llevan a los que se quedan. Descubrí también que el río es agua que está quieta, es la espuma que anda; y que el río siempre está callado, es un largo silencio que busca orillas, la tierra, para descansar. Su música cabe en las manos de un niño; sube y baja por las espirales de un caracol. Fue una lástima. No vi una sola sirena; siempre vi peces, nada más que peces. No me gustó ser río.

Y el sapo se fue, volvió a la huerta y descansó entre cuatro palitos que señalaban los límites del perejil.

Esa tarde el sapo dijo:
- Esta noche voy a soñar que soy caballo.

Y al día siguiente contó su sueño. Más de trescientos sapos lo escucharon. Algunos vinieron de muy lejos para oírlo.

- Fui caballo anoche - dijo-. Un hermoso caballo. Tenía riendas. Iba llevando un hombre que huía. Iba por un camino largo. Crucé un puente, un pantano; toda la pampa bajo el látigo. Oía latir el corazón del hombre que me castigaba. Bebí en un arroyo. Vi mis ojos de caballo en el agua. Me ataron a un poste. Después vi una estrella grande en el cielo; después el sol; después un pájaro se posó sobre mi lomo. No me gustó ser caballo.

Otra noche soñó que era viento. Y al día siguiente dijo:
- No me gustó ser viento.


Soñó que era luciérnaga, y dijo al día siguiente:
- No me gustó ser luciérnaga.

Después soñó que era nube, y dijo:
             
 - No me gustó ser nube.

Una mañana los sapos lo vieron muy feliz a la orilla del agua.

-¿Por qué estás tan contento? - le preguntaron.

Y el sapo respondió.
- Anoche tuve un sueño maravilloso. Soñé que era sapo.


      
                                                                JAVIER VILLAFAÑE 

 En: http://bpcd-jv.blogspot.com.ar

DON LIBRO ESTÁ HELADO

                                             

Estaba el señor don Libro
sentadito en su sillón,
con un ojo pasaba la hoja
con el otro ve televisión.

Estaba el señor don Libro
aburrido en su sillón,
esperando a que viniera... (a leerle)
algún pequeño lector.

Don Libro era un tío sabio,
que sabía de luna y de sol,
que sabía de tierras y mares,  

de histotias  y aves, 
de peces de todo color.        

Estaba el señor don Libro,
tiritando de frío en su sillón,
vino un niño, lo tomo en sus manos
y el libro entró en calor.
 

                            GLORIA FUERTES.

LAS NORMAS DE CONVIVENCIA

Las normas de convivencia
hoy vienen a desfilar
para que todos las conozcan
y las puedan practicar.
                                                                             Al llegar en la mañana
                                                                             buenos días o como estás
                                                                             se saluda y se despide
                                                                             hasta luego, adiós o bye-bye.

Cuando te hacen un favor
las gracias se deben dar
ésta es una cortesía
que no debes olvidar.

                                                                            Si ofendemos a los amigos
                                                                            nos debemos disculpar
                                                                           con un lo siento amiguito
                                                                           o ¿me puedes perdonar?

Si pides algo prestado
o que te dejen pasar
pide siempre un favorcito
y no lo pueden negar.

                                                                           En la casa y en la escuela
                                                                           y siempre en todo lugar
                                                                           lo que agarres  o lo uses
                                                                           ponlo siempre en su lugar.

Si vas a salir de casa
o el salón debes dejar
no olvides pedir permiso
al maestro o los papás.

                                                                           La cortesía y el cariño
                                                                           las manos se deben dar
                                                                           usa siempre un te quiero
                                                                           y un abrazo de verdad.


CARMELITA

Día del libro

15 de Junio 

                    DÍA NACIONAL DEL LIBRO  

Esta celebración comenzó en Argentina el 15 de junio de 1908 como “Fiesta del Libro”. Ese día se entregaron los premios de un concurso literario organizado por el Consejo Nacional de Mujeres. En 1924, el Decreto Nº 1038 del Gobierno Nacional declaró como oficial la “Fiesta del Libro”.
El 11 de junio de 1941, una resolución Ministerial propuso llamar a la conmemoración “Día del Libro” para la misma fecha, expresión que se mantiene actualmente.

jueves, 9 de mayo de 2013

Cuento



                     HISTORIA DE RATITA  
 
Había una vez una ratita gris que vivía con sus papás en una cueva tan tibia, tan tibia y tan cerrada, que un día tuvo ganas de salir. Y salió.

Y se quedó un rato encantada en la puerta de la cueva, porque el mundo le pareció más lindo que un jardín de quesitos. Despacio, se puso a explorar, a oler, a mordisquear, a hacer tumbacabezas, a conocer.

Y Ratita sintió que no hay nada más lindo que descubrir el mundo pasito a paso.

Bailó con una hoja. Patinó sobre un papel de chocolatín. Fumó un cigarrillo de pasto. Se puso anteojos de papel de caramelo. Tomó mate en una flor de campanilla color lila. Se adornó con aros de arroz.

Y le dieron unas ganas bárbaras de ponerse de novia.

Cuando vio al sol del amanecer, tan redondo, tan naranja con luz, le dijo:

—Señor Sol, usted es muy buen mozo. ¿Quiere ser mi novio?

— ¡Cómo no! — dijo el sol, porque la ratita le pareció preciosa—, te cubriré con mis hilos de oro y todo el mundo será sol para los dos.

- ¡Ah, no! —dijo Ratita. Así no vale. El mundo es más que eso. ¿Qué haría yo en un mundo todo de sol? Bastante tuve ya con un mundo todo de cueva.

—¡Qué lástima! -dijo el sol. Te presentaré al nubarrón, que a veces me tapa, y no es tan de sol como yo. A lo mejor te gusta.

—Bueno, gracias -dijo Ratita.

Y se sentó a esperar hamacándose en una violeta.

Llegó el nubarrón, vestido de gris.

A Ratita le gustó muchísimo porque a veces tenía forma de helados, a veces de calesita y a veces de dibujo que no se entiende.

—Señor Nubarrón —dijo Ratita— usted es muy buen mozo. ¿Quiere ser mi novio?

— ¡Cómo no! —dijo el nubarrón, porque la ratita le pareció preciosa. Te envolveré en mi capa fluflú y todo el mundo será nube para los dos.

-¡Ah, no! —dijo Ratita. Así no vale. ¿Qué haría yo en un mundo todo de nube?

— ¡Qué lástima! —dijo el nubarrón. Te presentaré al viento que a veces me empuja por el cielo.
A lo mejor te gusta.

—Bueno, gracias —dijo Ratita.

Y se sentó a esperar recostada en un maní.

Llegó el viento soplando flautas. A Ratita le gustó muchísimo porque se movía bailando a la moda.

—Señor Viento —le dijo—, usted es muy buen mozo. ¿Quiere ser mi novio?

— ¡Cómo no! -dijo el viento, porque la ratita le pareció preciosa—. Te haré cosquillas en el pelo, y todo el mundo será viento para los dos.

— ¡Ah, no! —dijo Ratita. Así no vale. ¿Qué haría yo en un mundo todo de viento?

— ¡Qué lástima! —Dijo el viento. ¿Por qué no vas a buscar al muro, que a veces me detiene en mi vuelo? A lo mejor te gusta.

—Bueno, gracias —dijo Ratita, y se fue hasta el muro.

El muro sonrió quieto, quieto, derecho, derecho.
Estaba hermoso.

A Ratita le gustó porque tenía un monigote dibujado, justo a la altura de un chico.

—Señor Muro —dijo, usted me gusta. ¿Quiere ser mi novio?

—Cómo no! —dijo el muro, porque la ratita le pareció preciosa. Te esconderé en un huequito de mis ladrillos y todo el mundo será muro para los dos.

— ¡Ah, no! -dijo Ratita. Así no vale. El mundo es más que eso. ¿Qué haría yo en un mundo todo de muro?

— ¡Qué lástima! — dijo el muro. Y siguió quieto. Quieto, derecho, derecho.

—Me parece que así no voy a encontrar novio —pensó Ratita.
Lo que pasa es que ni el sol, ni el nubarrón, ni el viento, ni el muro, tienen una colita como la mía, ni un corazón que hace tipi tepe. Yo me equivoqué.

Y pensando así caminó y caminó por el sendero de las margaritas. De repente llegó a un lugar donde había muchísimos ratones color café que la saludaron amablemente diciendo:

—Cómo-te-va.

Ratita paseó contenta por el barrio hasta que vio a Ratón-Ratón.
Estaba fabricando muebles con fósforos y tapitas de botellas.
A la ratita le gustó muchísimo cómo silbaba y llevaba el compás con la cola.

— ¡Hola! —saludó Ratón-Ratón.

— ¡Hola! —saludó Ratita, y se acercó para mirar los trabajos.
Y sintió que al lado de Ratón-Ratón se estaba muy bien.

—Me alegro de verte —dijo Ratón-Ratón, y también sintió que al lado de Ratita se estaba muy bien.

— ¿Podríamos ponernos de novios? —preguntaron los dos juntos.

Y los dos juntos contestaron que sí y se dieron un beso con muchísimo cariño. Después siguieron explorando, oliendo, mordisqueando y descubriendo el mundo pasito a paso.

Ratita se hizo una hamaca de plumas. Ratón-Ratón aprendió a saltar de rama en rama como Tarzán. Ratita pintó cuadros con la punta de la cola.
Y los dos juntos aprendieron a contarse cosas. Y los dos juntos aprendieron a ser papás. Tuvieron hijos y les dieron una cueva tibia, pero con una puerta fácil de abrir, para que pudieran salir a conocer el mundo pasito a paso, cuando tuvieran ganas.

Laura Devetach


FIN